jueves, 20 de diciembre de 2007

Columna


“Trans-ferible”
por Marcelo Gutiérrez R.


Mucha, tal vez demasiada agua ha tenido que pasar bajo el puente, o más bien por las calles de nuestra capital nacional, para que finalmente se hicieran cargo a cabalidad de la errónea y apresurada implementación del proyecto de transporte público interurbano en la región metropolitana denominado “Transantiago”. Y no digo que sea erróneo por mera opinión propia, sino que apelo a la aprobación, por 88 votos a favor y sólo 8 abstenciones, del informe de constatación de errores de la implementación del transantiago realizado hace pocos días atrás por la Cámara Baja de Diputados. En síntesis todo radica en que este moderno, sofisticado, pero atarantado servicio para Chile, resultó ser durante mucho tiempo la “pelota” con la que ministros, políticos y autoridades (del gobierno del Sr. Lagos Escobar y en la actualidad aún de la Sra. Bachelet) jugaron a lanzarse durante un largo periodo frente a todos los chilenos, y especialmente los santiaguinos, que miran con frustración y casi sin resignación como se inyectan cada vez más recursos, pertenecientes a todo el país, en un proyecto que no hacía ni hace cosa buena alguna. Efectivamente, todos los ojos de los chilenos se han centrado estos últimos semestres en el inmenso dineral derrochado en el transporte público metropolitano, que si bien es uno de los más importantes de nuestro país tan sólo representa (figuradamente) un quinceavo de los proyectos de transporte público regionales en el territorio.
El Sr. Ricardo Lagos Escobar, ex-presidente de la república , junto con otros 31 personeros políticos de su gobierno, al fin aceptaron su responsabilidad en el infructuoso proyecto enfatizando en los malestares que ha causado el sistema, y excusándose el ex -jefe de estado con un sincero arrepentimiento especialmente dirigido hacia la “gente humilde“, en lo que respecta su declaración pública. Aunque mostrándose arrepentido el ex-mandatario, como buen político no podía perder del todo y afirmó con seguridad que tomó una decisión para que Santiago sea una ciudad moderna. Pero lamentablemente para el Sr. Lagos, la Sra. Bachelet, y para los integrantes de la concertación, quienes apoyan férreamente el trabajo desarrollado por el grupo humano de gente valiosa que compone la coalición (correspondiente a su propia auto-denominación), no es suficiente aquellas muestras de arrepentimiento mediático para compensar a las millones de personas que han sido perjudicadas por tamaño regalito.
Un mensaje claro que Chile le puede dar a nuestra actual mandataria es que no basta que nos entregue un discurso de carácter populista en el cual remarque la capacidad de los responsables del proyecto y sus respaldos de soportar persecuciones políticas y “hacer lo que hay que hacer frente a las dificultades”, sino que lo que debería hacer en primer lugar es aceptar y hacerse cargo de las responsabilidades correspondientes, trámite medianamente logrado hasta el momento, y en segunda instancia y tal vez no última, otorgar maneras efectivas de solucionar los contratiempos generados a través de ideas realistas y tan definitorias como para cortar de raíz el problema incluso pensando en la eliminación plena de este mismo.

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